Tu nombre

Deslizaba mis pies sobre la gravilla del suelo.
Pequeñas piedras se iban colando en mis zapatos.
Sentada en aquel banco alcé la vista.
Unos ojos oscuros y curiosos me miraban.
Un niño.
Pedaleando en su bicicleta llegó hasta mi.
Se sentó a mi lado y abrió su mano.

- Mira, tengo un grillo.
- ¿Cómo se llama?
- No tiene nombre.
- Y tú ¿cómo te llamas?
- Yo no tengo nombre. Las cosas no tienen nombre, sólo si te agradan les pones uno.
- Tú me agradas.

Cogió su bicicleta y se alejó.
En la distancia me gritó:
-¡Perenganito!

- Hasta mañana, Perenganito.
- Hasta mañana.

Photo by Maud Simon on Unsplash

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